No se que tan explicativo puedo ser en pocas (o tantas) líneas, pero ahí vamos…
La crisis financiera que hoy vivimos, y que a más de alguno nos ha tocado, partió en EEUU, a principios del 2007, debido a la larga bonanza de los Yankies, la que se tradujo en un mayor poder adquisitivo. Debido a esto, los bancos de ese país decidieron ser más flexibles en la entrega de créditos para comprar inmuebles, otorgando créditos dirigidos a clientes que no eran lo suficientemente solventes en su capacidad de pago (Crédito SubPrime, o sea de alto riesgo).
Como las tasas de interés eran bajas, la gente tenía más ganas de endeudarse, por lo que hubo un aumento de la oferta inmobiliaria y un aumento en la oferta de créditos, llegando al extremo de obviar el riesgo de pago de los clientes.
Como los bancos querían aumentar sus colocaciones, requerían de mayor liquidez, es decir, más dinero en el bolsillo. Recurrieron entonces a una práctica común en el sector: la venta de esos créditos inmobiliarios a otras entidades financieras, las que adquirieron para ellas la deuda de los compradores hipotecarios.
Bueno, producto del “sobre stock o exceso” de viviendas, de pronto los bancos en vez de dinero, tenían un montón de casas y departamentos que debieron rematar, compitiendo en igualdad de condiciones con dueños de viviendas, que estaban en el mismo negocio, lo que disminuyó drásticamente el valor de las viviendas americanas.
Resultó entonces, que los bancos no pudieron recuperar el capital que habían invertido, o sea perdieron dinero y comenzaron a quebrar. A su vez, las instituciones financieras que habían comprado las deudas a los bancos, tampoco pudieron deshacerse de las viviendas y asumieron la pérdida,.
En definitiva, lo anterior termino por romper en cadena, las confianzas en los compromisos de pagos, provocando el retiro de los capitales (personas naturales o jurídicas que invertían en este mercado).
Es así como un problema inmobiliario se transformó en una crisis financiera, que a estas alturas ya ha contagiado a la economía global con la velocidad de una pandemia.
Los primeros “enfermos”, fueron los bancos Bear Stearns y Lehman Brothers, quienes compraban deudas hipotecarias a bancos comunes.
La caída de esos dos bancos en Estados Unidos, provocó el desplome de las bolsas de comercio del mundo. Dado que los valores de las bolsas de comercio descendieron bruscamente, los países empezaron a tomar medidas restrictivas para enfrentar esta nueva contingencia, bajando sus proyecciones de crecimiento. (PIB) Lo anterior, hizo que los países “Potencias”, fueran más cautos a la hora de comprar a otros países, disminuyendo así la demanda agregada y global.
En consecuencia, si cada uno de nosotros fuéramos un país, y estuviéramos ante esta situación, lo más probable, es que guardaríamos los ahorros si es que hubiésemos alcanzado a ahorrar, de lo contrario estaríamos en incapacidad de poder pagar nuestros compromisos, provocando un efecto en cadena.
En fin, sin ser partidario de ningún partido en particular, técnicamente, creo que la decisión de ahorrar en épocas de bonanza, ciertamente le ha hecho bien al país en general. Cuando el cobre alcanzó precios históricos hubo una política de ahorro, que nos ha permitido gastar en este momento en programas de fomento a las microempresas y fomento a la producción de empresas de alto consumo de mano de obra.
Por ultimo, y como moraleja, para estos eventos entonces, es cuando debemos ser prudentes, ahorrar no significa necesariamente restringir el gasto, si alguien de ustedes queridos amigos pudo ahorrar, entonces este es el minuto de invertir, no solo porque es un momento conveniente, si no también porque es el mejor momento, caer en pánico en momentos de crisis no es conveniente, debemos poder ver las oportunidades en momentos de crisis.
Mauricio E. Ortiz Díaz.
Licenciado en Control de Gestión
Analista en Finanzas Gubernamental
Contador Público y Contador Auditor.
